Sabíamos de nuestro andar. Tatuadas en la piel, las espinas del camino hicieron estragos. Los ojos cansados rogaban por la calma del llanto. La sonrisa pedía surgir a gritos, y el temblequeo de las manos, necesitaban de ese elixir... para ser bálsamo.
Como enredaderas nos envolvimos en palabras, las hicimos nuestras. Las repetíamos ¡tantas veces! auto-convenciéndonos de lo irreal, de lo no palpable. Necesitábamos soñar, creer, confundir lo real e irreal justo en ese punto casi invisible en que se hace brumoso.
Supimos tejer la red y nos volvimos moscas. El razonamiento no fue opción, los instintos y la necesidad de amor sucumbieron y cedimos sin imaginar jamás lo que nos deparaba el destino.
Día a día, fuimos pintando colores nuevos al arco iris. Nos sorprendíamos de coincidencias en los pensamientos, compartíamos inquietudes, nos llenamos de proyectos. Castillos en el cielo construimos, creyéndonos inmortales, intocables, únicos. Resurgíamos de nuestros fracasos llenándonos de esperanza, arquitectos al fin, de un mundo propio y perfecto.
Fuimos niños que chapotean en el charco, fuimos aves que surcan el cielo ¡SOÑAMOS!
Pasaron dos primaveras, nos vestimos de peces y recorrimos los mares, peleamos contra torbellinos de vientos, las mareas se hicieron gigantes y aun así, no pudieron derrotarnos.
Todo era tan perfecto pero no contamos con el TIEMPO, cruel caballero que reafirma o destruye. Llegaron con las preguntas e inquietudes, la necesidad, al fin, del encuentro. La maldita manía de la piel, el requisito sobre-poderoso de lo real. VERSE...
“Chatear” ya no era suficiente. Las llamadas telefónicas se volvieron frustrantes. El ser reclamaba la esencia, el ESTAR. La magia que nos unió se volvía en nuestra contra. Hicimos planes que luego sucumbieron ante excusas. Nos comíamos el mundo y de repente, él, cayó como avalancha sobre nuestras vidas. Las discrepancias, discusiones, malentendidos, comenzaron a brotar, no era más que bronca y frustración de “no poder, aún queriendo poder”.
Quisimos vivir aislados de la realidad…y la realidad nos abofeteaba el rostro como a dos crios.Surgió el llanto, la tristeza, un ir y venir de palabras, de disculpas, que solo entorpecieron aún más el bendito y esperado ENCUENTRO.
Los dichos y desdichos fueron transformando las ganas de estar, en mínimos momentos de charla. El teléfono fue enmudeciéndose de a poco. Llegaba con esto último, el titubeo, la duda, el RAZONAMIENTO. Las olas se volvieron inmensas, no pudimos nadar contra ellas, los torbellinos de vientos nos descascararon el alma, nos soltamos las manos, nos disfrazamos con corazas de terquedad. Donde antes hubo ilusiones, ahora persistía la CULPA...
Lo que nos unía...se convirtió de a poco en el DISTANCIAMIENTO. Los sentires se encajonaron volviéndose mezcla de soledad e impotencia, poemas inconclusos entre el DESPERTAR y el CAMINAR en esta dura existencia entre lo real y lo deseado.
Nos quedamos desnudos, con la conciencia a pleno de no poder ser, simplemente nos convertimos en seres humanos, rogando al fin en lastimeras plegarias... el OLVIDO.
A veces acudo a los recuerdos, en un abrazo entre el tiempo y el pensamiento, suspiro aquellos sueños, añorando lo nunca tenido, implorando al destino, en algún lugar del mundo, te sonrías al recordar mi nombre.
Escribimos un capítulo en estas historias de la vida con la mayor pureza imaginada, AMAMOS, con ese AMOR que nos sale de las entrañas y nos convierte en seres sensibles y verdaderos, poseedores de esa extraña conexión entre energía y espíritu, traspasando la pantalla de un ordenador, encontrando sin buscar... un sentido a nuestra existencia, un consuelo a nuestra soledad, una unión fraterna que nos impulse a seguir, en este arduo camino que nos propone la vida.
INTENTAR... CREER... SOÑAR... ILUSIONARNOS... AMAR... sea del modo que sea... de la manera que se nos presente... siempre será... ¡VIVIR!
mmm...
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